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Cómo pasé de odiar las matemáticas a ser profe y tener mi propia escuela

Normalmente cuando le preguntas a un grupo de niños cuál es la asignatura que menos les gusta de la escuela, la gran mayoría respondería, sin pensarlo dos veces, que las matemáticas; a decir verdad, hubo una época en la que para mí también era una pesadilla.

Crecemos escuchando frases como “se me dan fatal los números”, “No soy bueno en las matemáticas”, “Para qué estudio esto si no las voy a volver a utilizar”, entre muchas otras frases que he oído de boca de mis estudiantes a lo largo de mi vida profesional.

Pero te habías puesto a pensar que ese miedo e inseguridad hacia las matemáticas radica en la manera en la que las aprendemos y en la falta de motivación que hay en el proceso.

Para que lo veas más claro, te cuento un poquito mi historia.

Aprender matemáticas: del odio al amor

En verdad no puedo decir que no me gustaran las matemáticas. Me gustaban pero no las entendía como yo quería. Cuando tenía 11 años, tenía un profesor de mates bastante mayor que enseñaba de una forma muy tradicional. Ya sabes, hacía sus ejercicios en la pizarra y tenía esa filosofía de enseñanza de “el que lo entendió, lo entendió”. Pero yo, que siempre busco una explicación en todo lo que veo y me gusta saber de dónde vienen las cosas, quedaba un poco desmotivada y con ganas de entender y profundizar más.

Aprobaba, sí, pero sabía que podía hacerlo mucho mejor y sacar mejores notas. 

Pero si me preguntas en qué momento cambió todo y pasé de odiar las matemáticas o, mejor dicho, de no entenderlas a hacerlas parte de mi vida y convertirme en profesora, la respuesta sería gracias a Conchi.

Conchi fue mi maestra cuando empecé primero de la ESO, y la encargada de demostrarme que los números son magia. Ella tenía la habilidad de hacer fácil lo difícil y de enseñar fraccionesnúmeros enterosderivadas, entre muchas otras cosas de una manera tan dinámica y sencilla que los ejercicios terminaban desarrollándose en el papel de una forma muy natural. 

Empecé a mejorar y a sacar mejores notas pero, sobre todo, a enamorarme de las matemáticas. 

Por eso ahora, unos años después de eso, mi meta es ser una Conchi en la vida de mis estudiantes y traspasar la pantalla para guiarlos en el paso a paso que necesitan para aprender matemáticas, utilizarlas en su vida diaria  y mejorar sus notas académicas, como en su momento hice yo.

¿Qué aprendí de esta experiencia que te puede servir a ti?

Te hago un pequeño resumen…

1. En las matemáticas la motivación lo es todo

Cuando somos chicos necesitamos sentir ganas de aprender algo y estar 100% motivados. Si tenemos un profesor que en cada clase nos da una explicación rápida o aburrida sobre cosas que no entendemos sin explicarnos por qué, cómo y para qué, nos desconectamos del ejercicio y nos sentimos mucho más frustrados que cuando iniciamos, lo que termina desencadenando todas las frases comunes que escucho en mis clases particulares: “Soy muy malo para las matemáticas”.

2. Uso en la vida cotidiana

Mis percepciones sobre las matemáticas cambiaron cuando empecé a entenderlas a través de ejemplos cotidianos. Comprendí que todas las operaciones tienen un propósito y que saberlo nos ayuda a resolver problemas reales. 

Después de todo, absolutamente todos los seres humanos usamos los números todos los días y en cada etapa de nuestra vida: cada vez que pagamos algo, cuando contamos personas, cosas u objetos, cuando repartimos pedazos de comida, cuando hacemos cuentas, en los juegos y mucho más.

” Saber que aprender matemáticas puede ser útil no sólo para pasar el curso sino para la vida misma, cambia positivamente el enfoque que el estudiante le da al aprendizaje “

3. Necesita esfuerzo

Aprender matemáticas hace parte del razonamiento abstracto y lo abstracto siempre es muy difícil para los niños (para algunos adultos también), sin mencionar que también requiere un aprendizaje progresivo. Necesitas saber qué es un número para después aprender a sumar; sumar para restar, sumar y restar para dividir y multiplicar y todo lo anterior para las demás actividades. 

En el aprendizaje de las matemáticas es muy importante razonar y entender la parte lógica de la operación, lo cual consume mucha energía mental y requiere un esfuerzo cognitivo mucho mayor. Por eso el memorizar sin razonar no funciona.

4. Es importante aprender de un profesor/a que enseñe de forma dinámica

Está comprobado que el mismo método de enseñanza que se ha venido implementando por años ya no funciona. El déficit de atención en los niños es alto y si las clases son tediosas y aburridas es difícil lograr que se conecten con la asignatura y tengan buenos resultados. 

Yo lo veo en los chicos y chicas que llegan a mis clases particulares odiando las matemáticas pero que, tan pronto empiezan a entenderlas y a ver cómo se aplican en la vida práctica, se dan cuenta que es mucho más sencillo de lo que piensan e inmediatamente cambian su expresión. Para mí verles las caritas de felicidad cuando llegan por ellos mismos al resultado es lo mejor de ser profesora. ¡Lograr cambios!

Ya no basta con repetir únicamente la teoría sino crear clases dinámicas que involucren al estudiante con las matemáticas y hablen su mismo idioma.

Esa es mi misión con mi Academia y todo mi contenido, tanto en mi Blog como en YouTube. Que todos sepan que la clave para entender las matemáticas está en la forma en que te las explican.

Espero que te haya gustado conocer mi historia y que puedas aplicar estos tips.

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