¿Te ha pasado alguna vez que eres consciente que estás perdiendo el tiempo o mareando la perdiz para no estudiar, pero eres incapaz de ponerte al lío? Yo sé que tú y yo no somos tan diferentes, así que estoy segura que te ha pasado más de una vez (a mi me pasa todos los meses) y necesitas saber cómo ponerle remedio. ¿Cierto?
Vamos directos al grano pero antes quiero hacerte una pregunta: ¿sabes por qué procrastinamos?
La respuesta es muy sencilla: por naturaleza, el ser humano no quiere tener que esforzarse mucho en tener que hacer una tarea (ya sea estudiar, hacer deporte o lo que sea), y si requiere de esfuerzo, intentará buscar tareas que a corto plazo le produzcan placer si tener que hacer mucho.
Voy a poner ejemplos para que lo entendamos mejor:
¿Qué te cuesta menos esfuerzo, ponerte a hacer los deberes de mates o estirarte en el sofá con el mando en la mano (mando=you have the power! Jajaja)?. Yo lo tengo claro y tu cerebro también.
O bien, si tienes que ir al gimnasio mientras podrías quedarte en casa comiendo un poco de chocolate. ¿Qué escoges?
En estos casos, nuestro cerebro nos pone a prueba y nos manda una señal para que escojamos la opción que requiera menos esfuerzo (en el primer caso es sentarte en el sofá y en el segundo comer chocolate). Es como si tuvieras en un hombro al diablillo y en el otro a un angelote. El diablillo te está diciendo que lo dejes todo y te diviertas: “Total, sólo va a ser un rato. Venga, ponte en el sofá y verás cómo mola esa peli”, mientras el ángel te dice: “No lo escuches, lo mejor es que te pongas a estudiar y así podrás aprobar el examen de mates de la semana que viene”.
Pero los dos sabemos que eso a largo plazo no te traerá nada bueno, al contrario, hará que te sientas fatal y que cada vez tengas menos ganas de nada. Combatir la pereza es algo complicado pero voy a compartir contigo una serie de consejos para que puedas vencerla y dejes de procrastinar desde ya.
Te recomendaría que hicieras:
- Detectar que estás procrastinando. Aunque te parezca complicado ahora mismo, analízate la siguiente vez que estés haciéndolo y seguro que te vas a dar cuenta.
- Ahí es cuando debes escuchar a tu angelote y no a tu diablillo que con esa cara de pillo, quiere que no hagas la tarea que te habías propuesto.
- En ese momento, cambia radicalmente lo que estabas haciendo. Si estás sentado, ponte de pie, si estás mirándote en el espejo deliberando si ponerte a estudiar o no, entonces vete a tu escritorio y coge la libreta. Haz la acción que te permita reaccionar y dejar la pereza a un lado.
- Lo más complicado y a la vez más importante es dar el paso para dejar de procrastinar. Una vez hayas dado ese primer paso, inmediatamente después, te vas a sentir muchísimo mejor (te lo prometo, palabrita del niño Jesús!). Debes felicitarte por haber dado el paso para ponerte a estudiar o por ir al gimnasio o lo que te hayas programado.
- Una vez hayas dado el primer paso, debes mandarte un mensaje al cerebro para que, aunque lo que tengas que sea chungo, no gane la pereza. La satisfacción al acabar la tarea será mucho mayor que si no la hubieses realizado. Si vence la pereza, te digo que es sentimiento de culpabilidad va a ser mucho mayor y eso es lo que queremos evitar.
Para poder rendir, tenemos que sentirnos bien con lo que hacemos. Y si dejas vencer la pereza, cada vez querrás hacer menos y menos y el sentimiento de culpabilidad será más y más grande, y se irá haciendo una pelota que no queremos. ¿Verdad que no?
Te invito a que pruebes si estás procrastinando, intentes los pasos que te he descrito aquí arriba y me cuentes lo que te han parecido. Si crees que me he dejado alguno, no dudes en dejármelo en comentarios y encantada lo probaré de incorporar a mi rutina.
Un abrazo enorme y a por todas que estoy segura que tú puedes!